Mi Aurora


En esta noche fría, de febrero sin voz,
quiero decirte mi vida, que en este aire que habito ahora,
me doy cuenta de todo el tiempo que perdí,
cada grano de arena sin ti...

Nunca encontré una aurora,
como la que me encendía tu amor,
nunca vi otra, ni después, ni ahora...

Aquella en la que tus labios perfectos besaban mi alma,
abrazos sinceros mi calma;
tus palabras, tus susurros, tu voz,
tus cafés por la mañana y tus caricias de sol,
amanecían mis ganas despertando en tu cama mi Yo.

Todo este tiempo que perdí, te perdí,
ya se que ahora todo es imposible,
que mi error de echarte fué tatuaje en tu vida,
el sacarte de la mía, el dejarte ir;
allí postrada de rodillas, suplicándome, amor.

Cada grano de tiempo de este reloj se daba cuenta de tu caída,
pensando que fue lo mejor, lo mejor porque dolías...

Y puse un mar entre los dos, y este barco partió,
y se partió en dos esa vida,
la que tanto me llenó, la que tanto prometía...

Esos días que tanto extraño,
en los que curabas mis heridas,
y el año que pasó, paseando a la deriva,
buscando ese sol entre nubes de mentiras, entre nubes de algodón que ardían,
buscando en mi yo cualquier excusa para justificar mi huida,
componiendo mis días sin letra ni canción,
loco por alejar tu amor, todo por no creer esos días.

Las madrugadas arropado en tu pecho mi vida,
son las que más echo de menos, amor,
aquellas en las que en tus latidos mi sueño, encontraba esa voz,
la que sin palabras ni razón, era justo destino, 
donde encontraban su exacto sitio mi cuerpo y mi corazón,
sin mapas ni caminos, solamente tu cuerpo, el mío y el alma de los dos... 

Y ahora, en esta fría noche de febrero,
sin cama ni cielo, no hay fuego que de calor,
porque añoro esos besos, los que dabas por los dos,
recordándote de nuevo, lamentándome sincero, aún me acuerdo de tus ojos,
de aquel mar que vi adentro porque bajaste el telón,
vi todo lo dentro que me llevabas, todo lo que me quisiste,
siendo en cada día luna y en cada noche sol. 
Todo me dabas, todo me diste...

Porque después de ti nunca hubo ni mar ni cielo que supiese llenar esta vida,
tan ciega y tan vacía ahora en mi, que se castiga al pensar, 
que nunca volverá a tener las auroras que despertaban caminar,
ni esos besos tan bellos que refrescaban mis ganas,
ni ese latir de tu pecho que por las mañanas,
traía un café perfecto caliente a la cama.

Por eso y por mucho más, por todo el amor que me dabas...
todos los días rezo aún sin creer en Dios,
para que esta noche sea un sueño y mañana te amanezca yo,
con ese café perfecto, hecho con mis latidos, hecho con mi amor,
y ser mañana yo, tu aurora, 
y ser mañana yo, tu sol.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Quemo

Arranca la mañana